Los agentes se quedaron "flipados" hace unas semanas, cuando su madre decidió regalarles (y regalarse) un viaje a la Gran Manzana. El último día, fijaron sus miradas en un hombre que abandonaba a toda prisa un centro comercial, mientras miraba a uno y otro lado. Tras él, gritos de auxilio.
Los hermanos no lo pensaron dos veces y, desarmados, le persiguieron con cautela -"creíamos que llevaba una pistola", subraya Kike- usando los coches como parapetos. Le atraparon a la altura del Madison Square Garden. "Me abalancé sobre él, le hice un barrido y le tiré contra un macetero", relata Kike.
El hombre, de origen mexicano, opuso una fuerte resistencia a la detención porque, aunque entendía el idioma, aquello de "alto a la Guardia Civil" le sonaba a chino. "Ustedes no tienen jurisdicción aquí, cabrones", les soltó Pero Kike, ni caso. Entre golpes, logró atarle las manos a la espalda con unos grilletes de lazo de un solo uso. "Siempre los llevo conmigo", explica.
Mientras la gente se amontonaba a su alrededor para grabar la escena, y su madre se quedaba "abandonada a su suerte" en la calle 34, llegó un oficial del New York Police Department (NYPD). Kike y Dani se explicaron como pudieron. Se identificaron como policías -"we are civil guards', les dijimos"- hasta que un colega, también hispano, aclaró las cosas. Habían atrapado a un peligroso delincuente que acababa de cometer un robo con violencia e intimidación y al que, además, la policía buscaba con ahínco.
A las pocas horas, madre e hijos debían volar de regreso a España. La policía les tomó los datos de contacto. Ahora, han decidido enviarles una felicitación, en agradecimiento a su colaboración. Como se dice en el argot policial, Kike y Dani se han coronado.